Santiago de Cuba, 28 dic.— Para los días finales de 1958 el régimen del dictador Fulgencio Batista estaba a punto de colapsar, pues el Ejército Rebelde dominaba mas de la mitad del país desde Oriente hasta Las Villas, mientras que grupos guerrilleros operaban en Matanzas, zonas rurales de La Habana y en el territorio de Pinar del Río.
Ante tal situación la embajada norteamericana en Cuba buscaba solucionar la situación político-militar de la nación con el propósito de impedir el triunfo revolucionario y que el Ejército Rebelde con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente asumiera el poder en la isla, llegando incluso a proponer un golpe de estado que depusiera a Batista, y que una junta cívico militar tomara el control del país.
Es en estas circunstancias que el 28 de diciembre de 1958, hace hoy 59 años, en las ruinas de lo que fuera el central Oriente, cerca de Palma Soriano, se lleva a cabo una entrevista entre el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde Fidel Castro y el general Eulogio Cantillo, jefe de operaciones militares de la dictadura en la provincia de Oriente.
Dado el curso de los acontecimientos y la situación favorable al movimiento insurgente en todo el país, el encuentro entre Cantillo y Fidel no iba a ofrecer aportes muy significativos, pero el Comandante en Jefe de la Revolución aceptó la entrevista, porque entendió que era su deber atender las proposiciones del general Cantillo que se decía representante de un supuesto movimiento de oficiales honestos por lo cual podría suceder la caída del régimen con el menor derramamiento de sangre posible.
En la conversación entre Fidel y Cantillo éste último reconoció que el gobierno tenía perdida la guerra, en tanto el líder de la revolución le sugirió al militar organizar un levantamiento conjunto que salvara a muchos oficiales bien preparados y valiosos no comprometidos con los crímenes de la dictadura, propuesta que fue aceptada por Cantillo.
Se acordaron además, tres puntos básicos: primero, que el 31 de diciembre a las tres de la tarde el general Cantillo hiciera un llamamiento pidiendo a Batista su renuncia; segundo, que fueran detenidos los criminales de guerra, y tercero, los cuarteles de Oriente se rendirían a las fuerzas rebeldes. Antes de terminar la entrevista Cantillo planteó que tenía que ir a La Habana y Fidel le pidió que no lo hiciera, pero el general insistió en el viaje.
Fue entonces que el Comandante en Jefe Fidel Castro sospechando una jugarreta de Cantillo puso tres condiciones: primero, “no queremos contacto con la embajada norteamericana”; segundo, “no queremos golpe de estado en la capital” y tercero, “no queremos que dejen escapar a Batista”.
Aunque el general Eulogio Cantillo expresó estar de acuerdo con las proposiciones de Fidel, al llegar a La Habana hizo todo lo contrario porque este supuesto oficial que esgrimió el honor como bandera, no era mas que uno de los peones que la embajada yanqui en La Habana había movido, para impedir el triunfo de la Revolución.
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